martes, 19 de noviembre de 2013

LA PALABRA DE DIOS









JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO.
ÚLTIMO DOMINGO DEL T. O.
24 NOVIEMBRE 2013




El filósofo alemán Nietzsche escribió: «Al oír los domingos el repicar de las campanas preguntamos: ¿pero es posible? ¡Todo esto por un judío crucificado hace cerca de dos mil años, que afirmó ser Hijo de Dios!».
Pues sí, es posible; y no sólo posible. Es una realidad. Es que repican las campanas todos los domingos desde hace casi dos mil años porque ese judío crucificado ha resucitado y su resurrección es la garantía de que la vida triunfa sobre la muerte
Nosotros a los famosos los convertimos en ídolos, en dioses; sea un deportista, sea un artista de cine, un cantante o un líder político. En las gradas del Nou Camp vi esta pancarta referente a un jugador del Barca: «Ronaldiño es dios». Y hay muchos jóvenes que empapelan sus habitaciones con imágenes de estos dioses, pero estos no nos llevan a ninguna parte.
Es verdad que estos dioses a veces nos dan ilusiones, pero otras veces nos dan grandes desengaños. Además, dentro de unos años, prácticamente nadie hablará de ellos. En la antigüedad, también en Roma a los emperadores les llamaban dioses; sin embargo hoy se habla más de Roma porque allí está el Papa, sucesor de san Pedro, un sencillo pescador, que por sus emperadores.
Cristo es el verdadero Dios que no pasa. Es el de ayer, el de hoy y el de mañana. Está siempre al orden del día. Es el personaje más importante en toda la historia de la humanidad. Es el único capaz de llenar de veras los deseos más profundos de nuestro corazón. Es el hombre ideal, el hombre perfecto a quien debemos imitar.
La bondad de una persona atrae siempre. Y Cristo pasó por el mundo haciendo el bien.;,.Tenía preferencia por los pobres, los niños, los enfermos, los tristes y los pecadores. Por Él las gentes se olvidaban hasta de comer y de dormir.

Nada ni nadie pudo impedirle amar a los hombres, incluso a sus enemigos. Por eso en la cruz, clavado de pies y manos, pedía perdón para sus verdugos y los disculpaba.
Siempre es de admirar el que, naciendo de una familia humilde, llega honradamente a los más altos puestos. En Colombia, Marco Fidel Suárez, hijo de una lavandera, llegó por sus propios esfuerzos, a ser presidente. Lincoln, un leñador, fue presidente de los Estados Unidos.
Pues bien, Jesús nació de una familia humilde, muy pobre, tan pobre que se vio obligado a nacer en un pesebre, en una cueva, pero hoy, veinte siglos después, en aquella cueva se lee: «Aquí nació de la Virgen María Jesucristo...». Y a esa cueva van peregrinos de todas las partes del mundo.
El cumpleaños de Cristo se celebra cada año con solemnidad en el mundo entero, hasta por los no creyentes. Y el día de su muerte sigue siendo de luto para la Humanidad, como el día de su Resurrección es celebrado por miles de millones de cristianos.
De nadie se ha hablado tanto y se han escrito tantos libros como de Jesús. No es extraño, pues, que la historia de la Humanidad se divida en dos partes: antes de Cristo y después de Cristo.
Un día Pilato le preguntó a Jesús si era el Rey de los judíos. Jesús le contestó que su reino no era de este mundo. Es como si le dijera que Él no era rey como los de este mundo. Él había venido a inaugurar el reino de la verdad, de la justicia y del amor, un reino donde la muerte sería vencida.
Sobre su cruz, como por burla, escribieron este letrero: “Este es el Rey de los judíos”. Y como por burla, sobre su cabeza, tejieron una corona de espinas. Pero sus enemigos no pudieron con Él.

Jesús no es un muerto. Está vivo para siempre.


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