DOMINGO V CUARESMA
6 ABRIL 2014
JN. 11, 1-45
EL
AMOR ES VIDA
Es
sorprendente cómo se ha desarrollado, sobre todo en
España,
la cultura del cuerpo. Con qué sacrificio se busca tener un cuerpo esbelto,
bello, ágil, en forma. Todo un mundo vive de la cultura del cuerpo. Otro tanto
hay que decir con respecto a la salud: análisis periódicos, controles,
medicación, dieta. .. Todo para vivir más y mejor. Esto, verificado con racionalidad,
sin obsesión, es sano y bueno. Lo extraño y preocupante es que no haya una preocupación
similar por el vigor, la vitalidad y la belleza del espíritu. Lo preocupante es
que muchos piensen que con tener el cuerpo en forma, ya se ha ganado en calidad
de vida. Lo malo es que el cuidado por las patologías del cuerpo no lo tengamos
con respecto a las posibles patologías del espíritu. Ya en su tiempo se quejaba
santa Teresa de Jesús: "Todo se nos va en la preocupación y cultivo del
cuerpo, cuando tenemos nuestras almas tan abandonadas y enclenques". Con
un cuerpo quebrantado y enfermizo como el de san Juan de la Cruz se puede
saborear en plenitud el gusto por la vida; en cambio, con un espíritu
quebrantado, imposible. Es preferible tener un espíritu atlético en un cuerpo
canijo, como Teresa del Niño Jesús, que al revés.
La
vitalidad espiritual y psicológica consiste en el amor: "En esto conocemos
que hemos pasado de la muerte a la vida, en que amamos a los hermanos. El que
no ama, está muerto"
(1
Jn 3,14-15). Nuestra vitalidad se mide por la capacidad de amar. El egoísta,
que no piensa más que en sí mismo y en sus intereses, es un cadáver
psicológico. Dios es la Vida (con mayúscula) porque es amor. Cristo es Camino,
Verdad y Vida. Por eso es fuente de vitalidad para los demás. La experiencia de
amor es experiencia de vida. La persona humilde, sencilla, pobre, pero con
corazón grande, es un atleta del espíritu. El sabio sin amor es un
medio-muerto.
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