VIERNES SANTO
2013
En Canadá, Robert Latimer mató a su hija gravemente incapacitada, Tracy. La puso dentro de la furgoneta, empalmó un tubo a la emisión de gases, cerró las ventanas y puertas y dejó dormirse a su hija. En su intención no había malicia alguna. Amaba a su hija. Según él estaba haciendo un acto misericordioso. No podía soportar más el verla sufrir. Nadie dudó de su sinceridad. Su hija estaba totalmente incapacitada física y mentalmente, vivía en continuo sufrimiento, y no había pronóstico favorable para su enfermedad. Y así el padre, del modo "más humano" posible, acabó con la vida de su hija.
La muerte de la hija dio pie a un gran debate moral y religioso nacional.
¿Qué valor tiene una vida como la de Tracy Lamiter? Desde la Biblia la respuesta es muy clara. Cuando a una persona se le considera prescindible, por la razón que sea, en ese momento se convierte, espiritualmente, en la persona más importante de la comunidad: esto quiere decir que todas las Tracy Lamiters que haya en nuestras vidas son un lugar privilegiado donde podemos experimentar a Dios.
Una de las revelaciones centrales de la CRUZ es que existe una presencia muy privilegiada de Dios en quien es excluido, en aquel de quien la sociedad dice: "mejor si muriera por el pueblo". Ya los profetas subrayan la idea de que Dios siente especial simpatía por los huérfanos y las viudas, los extraños y extranjeros. A estos se les podía dejar morir, de forma que la sociedad pudiera seguir adelante con sus asuntos sin que nada pasase. Pero el mensaje de los profetas era revolucionario: Dios siente preferencia por los que la sociedad juzga menos importantes...Es un Dios parcial, tiene sus preferidos. La prueba de nuestra fe, de nuestra moral, de nuestra religiosidad, de nuestra sinceridad es la manera de cómo tratamos a estas personas.
Jesús va más lejos: nos dice que la presencia de Dios se identifica con marginados: "Lo que hagáis con uno solo de éstos, mis hermanos menores, me lo hacéis a mi!. Podemos entrar en contacto con Dios al acercarnos a uno de estos excluidos.
El crucificado es la piedra que desecharon los arquitectos; a Él se le considera dispensable y desechable. PERO EL CRUCIFICADO TAMBIÉN ES DIOS Y, HAY UNA INTIMIDAD ESPECIAL CON DIOS QUE SÓLO SE PUEDE LOGRAR ESTANDO DE PIE JUNTO A LA CRUZ -COMO HICIERON SU MADRE MARÍA Y EL APÓSTOL JUAN- , EN SOLIDARIDAD CON EL GRAN EXCLUIDO, EL CRUCIFICADO.
En un campo de concentración nazi, un preso se había escapado y, en represalia, los nazis agarraron a un muchacho, lo ahorcaron en público, y forzaron a todos los reclusos a presenciar aquel horroroso espectáculo. Mientras el chaval se balanceaba inerte ya, colgado de una cuerda en frente de ellos, un hombre maldijo con amargura: "¿Dónde está Dios ahora?". Y otro hombre le respondió: "Ahí, colgado en esa cuerda. ¡Ese es Dios!".
EN EL CRUCIFICADO SE HACE PRESENTE DIOS.
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