miércoles, 10 de abril de 2013

LA PALABRA DE DIOS





3º DOMINGO DE PASCUA
14 ABRIL 2013
(Hch. 5,27b-32.40b-41)
(Jn. 21,1-19)


En este 3º domingo de Pascua, el Evangelio nos cuenta la tercera aparición de Jesús resucitado a los discípulos. Y nos sitúa en el mar de Galilea. Aquí es donde Jesús, tres años antes, llamó a Pedro para que fuese pescador de hombres. Y también a su hermano Andrés, y a Santiago y a Juan. Aquí es donde Jesús invitó a Pedro a salir a pescar y echar las redes mar adentro, después de toda la noche sin haber pescado nada. Aquí es donde sacaron tal cantidad de peces, que Pedro cayó rendido y arrepentido por la desconfianza a los pies de Jesús. Aquí es …. donde empezó todo.
Y puede parecer que es donde todo va a terminar, porque Pedro y los discípulos han vuelto a la vida cotidiana de pescadores, decepcionados por el aparente fracaso de Jesús, muerto en la cruz. Vuelven a pescar y “aquella noche no cogieron nada”. Están desesperados y sin rumbo, todo les sale mal. Pero Jesús no les deja y se vuelven a aparecer ante ellos, aunque de entrada no le reconocen.
Jesús les hace una pregunta: “muchachos, ¿tenéis pescado?”. Ante la negativa parece que vuelven a sentirse fracasados. Pero Jesús vuelve a decir lo mismo que hace tres años: “echad la red”. Y de nuevo se produce el milagro: “no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces”. Acaban de  reconocer sus palabras, son las mismas con las que se convirtieron en Apóstoles. Es el Señor.
Cuando todos llegan a la orilla Jesús ya les ha preparado un plato caliente, tienen el almuerzo a punto, la mesa puesta. Falta que ellos pongan su ofrenda, de su trabajo, de lo que han pescado gracias a Jesús, que lo multiplica todo. Y Jesús toma el pan y se lo da, y lo mismo con el pescado. Los encuentros con el resucitado siempre tienen una referencia a la Eucaristía. Ahora todo tiene sentido y deben de anunciarlo a todo el mundo.
Y Pedro y Juan se plantan en el Sanedrín, delante del Sumo Sacerdote, que les ha prohibido hablar de Jesús y le dirán: “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Y con la paz que da encontrarse con el resucitado, saldrán de allí “contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús”. Los Apóstoles no eran masoquistas, pero sí personas enamoradas, y el AMOR LO SUFRE TODO CON FELICIDAD. El anuncio del Evangelio puede acarrear persecución por parte de los poderosos de este mundo pero, “hay que obedecer a Dios ante que a los hombres”. (Ver entrada película CRISTIADA).
Nosotros también somos testigos del resucitado cada vez que venimos a la Eucaristía. Y también en cada persona, en cada hermano, especialmente en los más pobres y en cada situación de la vida cotidiana. Porque Jesús está vivo y camina con nosotros.
Hoy también Jesús nos ha preparado el almuerzo, como todos los domingos. Nos sienta a la mesa y nos pide “de lo que hemos pescado”, de nuestro trabajo de la semana, para que lo presentemos en la mesa, para que Él lo multiplique para el bien de toda la humanidad. Nosotros tenemos que ayudar en el proyecto de que a nadie le falte de nada, que todos tengan lo necesario para vivir. Jesús nos invita a esta mesa para que en todas las mesas haya pan y esté Él presente, RESUCITADO.
"TE ENSALZARÉ, SEÑOR, PORQUE ME HAS LIBRADO Y NO HAS DEJADO QUE MIS ENEMIGOS SE RÍAN DE MÍ" (Sal. 29).

No hay comentarios:

Publicar un comentario