miércoles, 13 de noviembre de 2013

LA PALABRA DE DIOS





DOMINGO XXXIII
17 NOVIEMBRE 2013
Lc. 21, 5-19


En el Evangelio de hoy Jesús nos habla del fin del mundo. Tanto la fe como la ciencia coinciden en afirmar que el mundo tendrá fin, pero la realidad es que el fin del mundo para cada uno de nosotros es el día en que muramos. Y esta verdad nos la recuerda el sacerdote el miércoles de ceniza cuando, poniéndonos un poco de ceniza sobre la frente, nos dice: Acuérdate de que eres polvo y en polvo te has de convertir.
Cuentan que Gerardo Kempis, hermano de Tomás Kempis, autor de un importante libro, se había hecho construir un magnífico palacio. Invitó un día a su hermano a verlo; después de haberle mostrado todo, detalle tras detalle, le preguntó:
-Tomás, ¿qué te parece este palacio?
-Gerardo, siento decírtelo. Tiene un fallo garrafal.
- ¿Qué me dices?
-Sí, Gerardo; este palacio tiene puerta de salida.
Lo has hecho para vivir aquí eternamente y esa es la puerta por donde te van a sacar.

Hermanos: en medio de tantos engaños la gran verdad es que somos polvo y en polvo nos vamos a convertir.
Nos engañaron los marxistas al decirnos que no existía Dios y que con el comunismo la Tierra sería un paraíso. Hoy Rusia y los países del Este están de vuelta, y uno de sus dirigentes llegó a decir: «¡Que Dios nos ayude!».
Nos engañan aquellos para quienes lo único que importa es el dinero.
Nos engañan algunos políticos para quienes el pueblo no es más que un voto cada cuatro años. Hacen promesas que no cumplen y en vez de buscar soluciones a los problemas del pueblo sólo miran a su bolsillo.
Nos engañan algunas encuestas. El norteamericano Doctor Berhard Nathanson, en una conferencia pronunciada en Madrid, confesó que él mismo había difundido la falsa noticia de que en Estados Unidos se daban ocho cientos mil abortos al año y que lo había hecho para que saliera adelante la ley del aborto. Y la gente se lo había creído. Es, que la gente ya no creerá la palabra de Dios pero se traga todo lo que digan la televisión, la radio o los periódicos. Y no se dan cuenta de que con frecuencia estos medios de comunicación se venden al que más paga y propagan falsedades, unas veces nacidas de la ignorancia, otras de interés del partido o de otros intereses.
Nos engaña la creencia de que la ciencia y la técnica lo van a arreglar todo o casi todo, a pesar de que las dos torres gemelas de Nueva York se vinieron abajo, a pesar de que continúan los accidentes y los famosos siguen muriéndose de cáncer.
Nos engañan las drogas, que nos prometen paraísos artificiales.
Hay drogas de muchos tipos, pero todas nos hacen esclavos y algunas incluso nos hacen desgraciados.
Nos engañan las sectas, que a algunos les comen el coco, haciendo que algunos padres cometan la salvajada de dejar morir a sus propios hijos antes que permitir una transfusión de sangre.

«Cuidado con que nadie os engañe» (Lc 21,8), nos dice Jesús en el Evangelio de hoy. Pues bien, la mejor manera de que nadie nos engañe es escuchar la palabra de Dios. Los que la escuchan y cumplen están haciendo lo más importante que se puede hacer en la vida: salvar el alma. 

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