2 MARZO 2014
Mt 6, 24-34
Dios nos ama a todos, y si cuida de las aves mucho
más cuidará de cada uno de nosotros; pero a las aves Dios no les pone el
alimento en el pico: las aves tienen que esforzarse para conseguirlo. Pues
bien, nosotros tenemos que esforzarnos trabajando como si todo dependiera de
nosotros, pero confiando en Dios como si todo dependiera de Él. Sin la ayuda de
Dios todos nuestros esfuerzos serían inútiles. Incluso ni siquiera podríamos
hacer esfuerzos.
Dios nos ama; por eso en la Biblia nos dice: ¿Podrá
una madre abandonar al hijo de sus entrañas? Pues aunque lo abandone, yo no te
abandonaré; eres precioso a mis ojos y te quiero. Te llevo dibujado para
siempre en la piel de mis manos.
Fijaos en este detalle: no dice que nos lleva
dibujados en su cara; no. Nuestra cara no la vemos constantemente; nos tenemos
que valer de un espejo. Son las manos las que vemos constantemente. Dios, pues,
al decirnos, que nos lleva dibujados en la piel de sus manos quiere decirnos
que constantemente nos está mirando con amor.
Dios nos ama, seamos como seamos; aunque seamos muy
malos y no cambiemos.
Reparad en el amor de una madre por su hijo. La
madre no le ama porque sea bueno, sino porque es su hijo. Claro que desea que
sea bueno y cada vez mejor. La madre de un criminal querría que su hijo se
apartara del mal camino, pero como es madre no deja de amarle. Jamás dirá: Deja
de ser un criminal y te querré. Lo que dirá es: Odio tus crímenes, pero a pesar
de todo sigo queriéndote con toda mi alma, porque eres mi hijo.
Algo parecido pasa con Dios. Dios ama a sus hijos pecadores,
pero odia el pecado porque el pecado es egoísmo y al egoísmo se debe la mayoría
de los sufrimientos que hay en el mundo.
Un seminarista que en Bangla Desh luchaba contra el
hambre de los nativos decía lo siguiente: «He comprobado que el mayor mal que
hay en el mundo no es que un hombre muera de hambre. Por supuesto que esa es
una muerte horrible, pero supongo que la gente muere de muertes igualmente
horribles en países ricos, donde hay tanto cáncer y donde la medicina moderna es
incapaz de acabar con el dolor. No. Lo verdaderamente trágico no es el dolor de
morir de hambre, sino la indiferencia de quienes, pudiendo ayudar a sus
hermanos que mueren de hambre, no lo hacen».
hermanos: el pecado, que al fin y al cabo
es egoísmo, es la causa de la mayoría de los males que sufre la humanidad. No
seamos, pues, egoístas. Busquemos antes que nada el reino de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario