1º DOMINGO DECUARESMA
San Mateo 4, 1-11
9 MARZO 2014
El primer domingo de Cuaresma nos
narra el conocido pasaje de las “tentaciones de Jesús”. Mateo no duda en
escribir: Jesús fue conducido al desierto por el Espíritu para ser tentado.
La vida de Jesús está guiada, como la de cualquier persona, por el Espíritu.
Cada uno de nosotros tiene su historia, su vida. Y el desierto, pronto o tarde,
llega.
“¿Qué quiero decir con estas
expresiones?” Algo muy sencillo: a lo largo de nuestra vida llegan momentos en
los que nos tenemos que definir. O sobrevivimos a base de agarrarnos a la
Palabra, o nos dejamos llevar por otras sugerencias que nos apartan de la
Palabra. Jesús es tentado y en la tentación opta por la Palabra, por lo que el
Espíritu le dice.
En el lenguaje popular están muy
metidas estas expresiones: “Son pruebas que Dios te manda”. “Es una prueba de
Dios”. Creo personalmente que Dios no nos manda pruebas. La vida es la que nos
presenta momentos de opción en los que tenemos que dar la talla: optamos por
dejarnos guiar por el Espíritu o bien optamos por dejarnos guiar por las
apariencias tentadoras de lo más inmediato y halagador.
La Cuaresma es un tiempo oportuno
para examinar qué lugar ocupa Dios en nuestra vida, en nuestros proyectos, en
nuestras decisiones.
Como Jesús, nosotros hoy estamos
sometidos a tentaciones, es decir, oportunidades para dejar de lado a Dios y
buscarnos la solución a nuestros problemas con nuestros propios medios.
El relato evangélico sitúa a
Jesús en la corriente de los hombres y mujeres de todos los tiempos. Como Adán
y Eva, Jesús es solicitado por el tentador. A diferencia de Adán y Eva, Jesús
se mantiene fiel a la palabra del Padre por encima de toda duda, de toda
propuesta, de toda prueba.
La primera tentación: Si eres
Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes, es un chantaje
que tiene como centro la necesidad inmediata, la menesterosidad de todo ser
humano. Se le dice: “Agárrate a lo que necesitas ahora; sacia tu hambre y
déjate de historias. Vale lo que sirve, lo que nos saca de apuros”. Pero la
solución definitiva no es usar de cosas y de personas, Dios incluido. A lo
inmediato, Jesús opone el alimento que es la Palabra de Dios. Es el único
absoluto.
La segunda tentación: Si eres
Hijo de Dios, tírate abajo; sus ángeles cuidarán de ti, es la tentación de
usar a Dios para lo que nos conviene y cuando nos conviene. La traducción
sería: “Sirve creer en un Dios que nos sirve cuando lo necesitamos” Jesús
responde al tentador diciendo: No pongas a prueba a Dios. No dictes a Dios
qué es lo que tiene que hacer. No reduzcas a Dios a que haga tu voluntad: Deja
a Dios ser Dios.
La tercera tentación: Te daré
todo si me adoras. Es la tentación más fuerte. Es la tentación de quienes
están dispuestos a entregarse a quien sea y como sea con tal de hacerse dueños
de los otros. Poner a todos a nuestro servicio.
Jesús responde tajantemente: Sólo
a Dios adorarás. Sólo a Dios servirás.
El modo de vencer la tentación
que Jesús nos muestra es tener a Dios por cimiento y su palabra como alimento.
El camino ya está marcado.
Recorrerlo es tarea de cada día.
No te sorprendas de ser
tentado. Sorpréndete de estar apoyado en el Señor y su Palabra que puedas caer
en la tentación.
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