
JESÚS REY DEL UNIVERSO
DOMINGO XXXIV TIEMPO ORDINARIO
22 NOVIEMBRE 2015
+ Lectura del Santo Evangelio según San Juan.
En aquel tiempo, preguntó Pilato a Jesús:
– ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
– ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
– ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
– Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que yo no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
– Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
– Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz
– ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
– ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
– ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
– Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que yo no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo:
– Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
– Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz
Con frecuencia la vida se convierte en un juego de naipes, en el que triunfa el as. La diferencia está en que para unos el as mayor es el as de oro; para otros, el de espadas y el de bastos; y no faltan quienes eligen el de copas.
As de oros para los que ponen sus esfuerzos en almacenar riquezas a toda costa y sin reparar en el sufrimiento de los demás ni en delicadezas de conciencia; as de oro con el que se piensa que se pueden ganar todas las partidas, incluso la partida de la felicidad.
As de espadas y de bastos para quienes todo lo quieren conseguir con la fuerza, a garrotazos, con violencia, con secuestros, con odios, guerras y crímenes.
As de copas para los que tratan de ahogar en vino y licores, en fiestas y comilonas los sinsabores diarios y amarguras que sienten porque su vida no tiene sentido.
Para muchos, ¿cómo puede tener sentido su vida si no creen en Dios?
No es con estos ases con los que hay que buscar la felicidad.
La beata Teresa de Calcuta contaba: «El otro día vino un australiano. Entregó un buen donativo y añadió: “Quiero también entregarme yo mismo”. Desde entonces viene con frecuencia a la casa del moribundo para afeitar a los enfermos y ofrecerles conversación. Este hombre no sólo entregó dinero sino también su tiempo, algo de su vida. Ahora vive más contento y feliz”.
Hermanos, busquemos un servicio que hacer, una pena que consolar, una desgracia que aliviar, una conversación que ofrecer, y nos sentiremos más contentos.
Busquemos un tiempo que compartir, una esperanza que dar, una sonrisa, una palabra amable que impartir, y viviremos más felices.
La vida no es un juego de naipes. Para un cristiano la vida debe consistir en servir a los demás. Al fin y al cabo Jesús vino al mundo a servir. Por eso se le llama «el hombre para los demás”.
Pilato, cuya lápida fue encontrada en el año 1961 en las ruinas romanas de Cesarea de Filipo, allá en Palestina, le preguntó a Jesús si era rey. A lo que Jesús contestó que su reino no era de este mundo.
Y realmente el reino de Jesús no tiene nada que ver con los palacios. El reino de Jesús es el reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, del amor, la justicia y la paz. Es el reino que tenemos que construir en este mundo, pero del que gozaremos plenamente en la gloria.
Cuando nombran a un rey se invita a los embajadores; hay desfiles y bandas de música. A los reyes que viven en palacios se les respeta y se les teme porque tienen poder.
Pero en la cruz se nos presenta un rey con una corona de espinas. Y cuando los discípulos querían ser los primeros, Jesús les dice: Un momento. El que quiera ser el primero que sea el servidor de todos.
Hermanos, en este mundo los primeros son primeros muchas veces para pisotear los derechos más sagrados de los demás. Para Jesús ser rey significa servir. Y Jesús ha sido el servidor. Por eso les lava los pies a sus discípulos. Jesús estuvo en la cruz precisamente porque era el servidor de todos.
Jesús es rey, pero no como los reyes de este mundo. No reina en los palacios sino en los corazones.
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