martes, 15 de noviembre de 2016

LA PALABRA DE DIOS



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1º DOMINGO DE ADVIENTO
27 NOVIEMBRE 2016

+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: – Lo que pasó en tiempos de Noé, pasará cuando venga el Hijo del hombre.
Antes del diluvio la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre:
Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.
Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa
Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.

Estamos en Adviento. Lo iniciamos con este primer domingo. El Adviento es hoy un tiempo “Oficial”. Significa espera, acontecimiento, preparación, expectación. Las grandes palabras están cargadas de contenido y necesitan muchos términos para abarcar todo su significado. De todas formas, lo mejor es que mires tu historia y descubras en los momentos de espera de acontecimientos significativos qué es lo que viviste. Eso es Adviento.
El evangelio de Mateo de este domingo nos abre una panorámica para entender lo que es el Adviento situándonos nada más y nada menos que en los tiempos de Noé. El tiempo de Noé es también nuestro tiempo y nuestra historia: hombres y mujeres que viven sin pensar en nada, que viven pensando únicamente en pasarlo bien, en trabajar (si es poco y ganan mucho, mejor), comer y divertirse. “Lo importante es tener trabajo y salud”, nos decimos continuamente. En tiempo de Noé, y en nuestro hoy, muchos viven con pereza para pensar, sin ganas de plantearse preguntas…
Quizás tú mismo (o en tu familia, en tu entorno) has vivido épocas de “paz pacífica”. No pasaba nada. Cuando no pasa nada, no nos hacemos preguntas. Vivimos, tiramos… El verdadero acontecer en las personas es aquello que nos hace plantearnos preguntas. Las preguntas existenciales son las que nos sacan de la rutina, las que se convierten verdaderamente en un acontecimiento porque nos obligan a replantear toda la vida. ¿Quién soy yo? ¿Qué sentido tiene mi existencia? ¿Quién es el “señor” de mi corazón? ¿Qué pinto yo en el mundo?
Cuando una persona se formula estos interrogantes algo puede renacer en su vida. Un tiempo de Adviento o de preparación de una respuesta importante le está visitando. Ordinariamente no utilizamos la palabra ADVIENTO para describir estas situaciones. Preferimos hablar de “crisis”. “Estoy en crisis” significa: “me lo estoy pensando”, “quiero dar un giro a mi vida”, “tengo que tomar opciones que cambiarán toda mi existencia”, etc.
Para los que creemos en Jesús, el Adviento es “crisis”, “acontecimiento”. Aceptar a Jesús en la propia vida es un acontecimiento que remueve todos nuestros cimientos. Jesús no soporta estar como una cosa más al lado de otras en nuestra vida. Jesús viene a ser Señor de nuestra vida y a remover. Jesús es incompatible con determinadas formas de vivir. Así de sencillo y de claro. Y éste es el acontecimiento que el evangelio nos presenta con un lenguaje apocalíptico: como terremoto, como diluvio… Quizás es la forma más realista de describir lo que pasa en nuestro interior cuando acogemos y aceptamos mirarnos en las preguntas más sencillas de la vida, en lo que realmente toca nuestro amor, nuestra razón de ser. Os remito a vuestra propia experiencia.
Decía antes que este tiempo de Adviento es un tiempo “oficial”. Posiblemente durante estas cuatro semanas no te ocurra nada, no te plantees nada. Los acontecimientos vitales no tienen fecha fija en la agenda. Llegan a la hora que menos lo piensas. Siempre ha sido así. Este tiempo “oficial” te puede servir para “estar prevenido y alerta”. Las cosas que se esperan las encajamos mejor y nos zarandean con menos violencia.
Acostumbrarnos a esperar es una buena pedagogía para saber vivir. “A la hora que menos pensáis vendrá el Hijo del Hombre”, termina diciendo el evangelio. Yo te traduzco así: si eres creyente, Dios se hará presente en tu vida cuando menos te lo piensas: en la enfermedad, en el aburrimiento, en lo que sientes dentro de tu corazón, en aquello que te hace exclamar: ¡Cómo es posible esto! ¡Es que ni me lo podía imaginar…! ¡Iba todo tan bien…!
No nos pasan cosas de éstas porque Dios se olvida de nosotros, sino para madurar y dejar en esos momentos un resquicio por el que Dios pueda entrar y seguir siendo Señor de nuestras vidas..
Esto no ha hecho más que comenzar…

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