martes, 29 de noviembre de 2016

LA PALABRA DE DIOS


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3º DOMINGO DE ADVIENTO
11 DICIEMBRE 2016
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras de Cristo, le mandó a preguntar por medio de dos de sus discípulos: – ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
Jesús les respondió: – Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. ¡Y dichoso el que no se siente defraudado por mí!
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: – ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis, a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito:
“Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti”.
Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista, aunque el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande .


Me encanta ver dudar y hacerse preguntas al profeta más grande. Juan Bautista. Me da mucha tranquilidad saber que él se planteó la pregunta ¿Será o no será el Mesías? Me han asustado más de una vez esas personas que lo tienen todo muy claro, esas personas que hablan muy bien de Dios y dicen cosas preciosas, pero después, cuando te detienes a ver su vida, te empiezas a preguntar: dicen una cosa, pero su vida no está todavía al revés, siguen buscando los puestos, siguen pidiendo que se les llame de manera diferente, siguen bien pegados a los que son ricos y tienen algo que dar, siguen mandando a distancia, siguen los mismos criterios que el mundo (aunque de forma un poco disimulada), siguen… sin que lo de Jesús les haya puesto al revés.
Y de este profeta que duda, de este profeta que está encarcelado por decir la verdad, de este profeta que ha honrado su alma en el silencio del desierto, de este profeta que ha dicho que él no es nada, ni digno de desatar las sandalias del Mesías, de este profeta buscador insaciable de la verdad, no de los primeros puestos, de este profeta que se llama Juan, el Mesías hace un gran elogio: es más que profeta. Y lo dice en el momento de duda del profeta, o mejor, en el momento de búsqueda de la verdad. Dudar y buscar es lo que hace grande a este pregonero del desierto. ¿Cómo se va a buscar si no se duda? ¿Cómo se va avanzar si ya crees haber llegado? Los grandes del mundo le han quitado todo y le quitarán la vida. Pero no le arrebatarán ni su palabra ni su mirada para descubrir a los ciegos que ven y a los que eran cojos recorriendo caminos impensados.
Todo lo de Dios es siempre al revés. Es mucho el cambio que se nos pide para ponernos en la buena dirección. El cimiento de nuestra vida no pueden ser los que los grandes de la tierra buscan. Ésa no es una buena base.
Me quedo en silencio ante la contestación que Jesús da a los discípulos de Juan: decid a Juan lo que oís y lo que veis: los cojos andan, los ciegos ven… ¿Dónde están los que ven y los que andan? ¿Dónde están los que tienen ganas de Dios y le buscan y tienen sed y hambre de Él? ¿Dónde están los pobres recibiendo la Buena Noticia? ¿Dónde? Confieso que me lleno de un cierto pesimismo y que mis ojos no son los ojos del profeta y, menos aún, los del Mesías… Mis ojos ven más lo que se ve. Mis ojos ven hoy mucho desinterés por Dios y por lo de Dios…



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