
Creyendo que eran más dulces
las hierbas de aquel jardín,
también quise hacerlas mías
y de tu aprisco me fui.
Entré en lo espeso del bosque
del cual no acierto a salir,
¡y hoy soy la oveja extraviada
que falta de tu redil!
Cuando oigo el dulce silbido
con que me llamas a mí,
lloro mi arrepentimiento
e intento andar hacia Ti,
pero el bosque es tan oscuro
y es tan difícil huir
entre riscos y entre zarzas,
de noche y perdido al fin,
prisionero de mi orgullo
por no confiar en Ti,
que aquí quedaré enredado
si Tú no vienes a mí,
para subirme a tus hombros
y hacerme otra vez feliz...
¡Pues soy la oveja extraviada
que falta de tu redil!
(Rafael Sanz Sanz)
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