"IDA"
la hermana Anna, llamada en familia Ida, tendrá que poner a prueba todas sus certezas para retomarlas de una forma más madura y consciente. Una interesante historia sobre la capacidad de la fe de integrar el propio pasado.
Es un film sobre la propia identidad: qué es lo que hace que seamos católicos, polacos...; o, en fin, lo que seamos. Es una película sobre la fe, lo trascendente, lo tribal... Reflexiona sobre la música y otras muchas cosas que están incluidas en el film. Por ejemplo sobre Polonia, un país complicado, traumatizado por la guerra, por el estalinismo y su estado policial, pero a la vez un país lleno de deseos, de vitalidad.
Se usa el blanco y negro y raramente se desplazan las cámaras, sino que la película tiene encuadres fijos, muy fotográficos, donde cada escena es una fotografía.
Se rueda en un formato 4 por 3, en el que no hay paisajes horizontales, pero sí los puede haber verticales. En un momento determinado en que se hace un contrapicado, el director se dio cuenta de la cantidad de aire que había sobre los personajes, y vio que era bueno, interesante. Los personajes parecían perdidos en ese espacio vertical en el que se sugiere que falta algo. Ese espacio es el CIELO - la trascendencia-, como el vacío o la nada..., incluso un escritor judío decía que se refiere a todos los millones de judíos que murieron y que están ahí arriba.
Se filma con pocos elementos, de forma minimalista, lo que le da mayor fuerza a la película. No se trata de trasposiciones intelectuales, sino de hacer como un poema, en el que cambiar un pequeño detalle puede cumplir una gran función.
El guión está muy poco desarrollado porque cuanto más explicas las cosas, menor resonancia tienen. Por ejemplo, para la escena en la que el asesino cava la tumba y reconoce su crimen, el director había escrito tres frases más, pero así se rompía la música de la secuencia, la resonancia sobre la explicación. Eso puede frustar a algunos espectadores, pero hará felices a otros.
La música no está para hacer subrayados emocionales, sino que irrumpe como un personaje más, es otro factor más del paisaje. Se crea un contraste entre el ambiente frío, austero, duro... del estalinismo y la música más dinámica, alegre o melancólica de las canciones y del jazz. Por ejemplo, la pieza Naima, de Coltrane, es como una meditación religiosa; para Ida es el punto de conexión espiritual con el músico del film. La otra canción de Coltrane "Equinox", entra con fuerza vital para barrer los acordes de la "Internacional" que oímos en el entierro. Otro ejemplo, el uso narrativo del primer movimiento de la Sinfonía Júpiter, de Mozart, es lo que da energía continuamente a Wanda, como si fuera una droga. En cambio, la música coral de Bach del final, triste pero serena, es extranarrativa, para subrayar un cambio de perspectiva, más metafísica. También cambia el estilo visual, y ahí se emplea la cámara en la mano.
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