DOMINGO V DE PASCUA
18 MAYO 2014
San Juan 14, 1-12
El evangelista S.
Juan ha sabido resumir en términos inolvidables lo que Jesús significaba para
las primeras comunidades creyentes: “YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA”.
Los hebreos del
desierto, sabían muy bien que uno puede seguir mil caminos diferentes por las
áridas tierras del Arabá y dejarse atraer por mil rastros distintos. Pero, si
no acierta con el camino verdadero, puede darse por hombre muerto.
Los griegos que
escuchaban en sus plazas a los filósofos, oían hablar de verdades muy
diferentes a cada uno de ellos. Pero ¿dónde encontrar la verdad? ¿quién puede
ayudar a descubrirla?
Los hombres de
todos los tiempos queremos vivir. Vivir más, vivir mejor. Pero, vivir ¿qué?,
vivir ¿para qué?.
¿Qué es vivir la
vida? ¿Qué hay que hacer para acertar a vivir?
Preguntas
tremendamente elementales y sencillas a las que no es tan fácil responder.
Y, sin embargo,
el Evangelio nos dice que Jesús es el CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA.
Los caminos que
se ofrecen al hombre para conseguir la meta de su plenitud y de su felicidad,
son incontables.
Los políticos,
los científicos, los filósofos, los teólogos de todos los tiempos, se esfuerzan
por convencer de la bondad de sus caminos. Pero Jesús va más allá. No dice:
éste es el camino, sino “Yo soy el camino... Nadie va a Dios sino por mí”.
Cristo es el
camino...Descartamos, por
tanto, otros caminos tortuosos que conducen a la muerte. No al camino del
PODER, que esclaviza. No al camino del PLACER, que embota. No al camino del
CONSUMO, que cosifíca. No a los caminos de los hombres que no conducen a
ninguna parte. El camino no está en la política, ni en la economía ni en las
armas, ni en la ciencia, ni en la diversión... El camino está en un hombre:
JESÚS DE Nazaret.
Cristo, camino,
es decir, la no violencia, la humildad, el perdón, el compartir, el servir, el
amor. Todo esto fue encarnado por Jesús, que se convirtió en puerta de acceso a
Dios.
Cristo, camino,
visible también en el pobre, en el enfermo, en el pequeño, en todo el que
sufre. Cristo encarnado en todo hombre. Por eso podemos concluir, que el camino
para llegar a Dios pasa por el hombre. No es necesario ir a los santuarios, a
Tierra Santa, o al desierto o a la montaña. El camino está más cerca de Ti,
está en el hermano, y está incluso dentro de ti mismo. El camino es Cristo; el
camino es el hombre; el camino es el pobre. Acércate a cualquier pobre y
caminarás derecho hacia Dios.
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