
DOMINGO XXX TIEMPO ORDINARIO
23 OCTUBRE 2016
+ Lectura del santo Evangelio según San Lucas
En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola por algunos que teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos, y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era un fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ‘¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.’ El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ten compasión de este pecador.’ Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.
Leyendo el Evangelio de hoy del Fariseo y el Publicano orando en el templo, me viene a la mente una historieta que cuenta C. G. Vallés en su libro “Vida en abundancia”. Era un día muy caluroso. El tren se detuvo en la estación.
Y un niño estaba vendiendo agua desde los andenes. Se acercó un señor a la ventanilla y le preguntó: “¿Cuánto cobras por el pocillo de agua”. “Cincuenta céntimos de rupia”, respondió el muchacho. “Te doy treinta” regateo el caballero. Y el muchacho, sin hacerle caso siguió adelante donde otros muchos le estaban solicitando el agua. El señor se molestó y le grito: “¡Te he llamado yo primero!” Pero el muchacho con gran entereza le contestó: “A usted yo no le vendo agua, Señor. Usted no tiene sed. Si tuviera sed usted no regatearía”.
Para beber agua hay que tener sed.
Quien no tiene sed no siente necesidad del agua.
Para orar hay que tener verdadero deseo de orar.
Para orar hay que tener sed de Dios.
Para orar hay que tener sed de la amistad y la comunión con Dios.
El que no tiene sed de Dios, dirá palabras vacías para cumplir un ritualismo.
El que no tiene sed de Dios, dirá palabras vacíos que nacen más de la costumbre que de la necesidad del encuentro con Dios.
El que no tiene sed de Dios, en su oración habla más de sí mismo que de Dios.
El que no tiene sed de Dios, en su oración habla más consigo mismo que con Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario